La Guerra Fría fue un período de tensión política y militar que se extendió desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 hasta la disolución de la Unión Soviética en 1991. Los orígenes de esta confrontación se remontan a la rivalidad ideológica y geopolítica entre Estados Unidos y la Unión Soviética, las dos superpotencias emergentes después de la guerra.
Desde el comienzo de la Guerra Fría, las diferencias entre el capitalismo estadounidense y el comunismo soviético se convirtieron en los ejes de la confrontación, exacerbadas por la competencia por la influencia en Europa Oriental y el Tercer Mundo. La división de Alemania y la creación de bloques militares como la OTAN y el Pacto de Varsovia marcaron el inicio de un período de tensiones internacionales sin precedentes.
La Guerra Fría se caracterizó por una intensa competencia entre Estados Unidos y la Unión Soviética por la supremacía global en diversos ámbitos, desde la carrera armamentista hasta la carrera espacial. Ambas potencias buscaban expandir su influencia política y económica en todo el mundo, apoyando regímenes afines y desafiando a sus adversarios en conflictos locales.
Además de la confrontación directa entre Estados Unidos y la Unión Soviética, la Guerra Fría se manifestó en numerosos conflictos locales en el llamado Tercer Mundo, donde ambos bandos buscaron expandir su influencia y apoyar regímenes afines. La crisis de los misiles en Cuba en 1962, la guerra de Corea en la década de 1950 y la guerra de Vietnam en la década de 1960 y 1970 son ejemplos destacados de esta lucha por la supremacía global.
En 1962, la instalación de misiles nucleares soviéticos en Cuba desencadenó una de las crisis más peligrosas de la Guerra Fría, que estuvo a punto de llevar a un enfrentamiento directo entre Estados Unidos y la Unión Soviética. La crisis de los misiles en Cuba demostró la naturaleza volátil de la confrontación entre las dos superpotencias y la amenaza constante de una guerra nuclear.
La Guerra Fría llegó a su fin en 1991 con la disolución de la Unión Soviética, que puso fin a la confrontación política y militar entre las dos superpotencias. La caída del Muro de Berlín en 1989 y la reunificación de Alemania marcaron el inicio de un proceso de deshielo en las relaciones internacionales que culminó con la disolución del imperio soviético y la desaparición del comunismo como fuerza política dominante en el mundo.
El fin de la Guerra Fría inauguró un nuevo orden mundial caracterizado por la hegemonía estadounidense y la expansión del capitalismo a escala global. Sin embargo, las secuelas de la confrontación entre las dos superpotencias perduran hasta nuestros días, marcando las relaciones internacionales y la geopolítica mundial en el siglo XXI.